Desde lo más despojado y austero de un espacio que muestra un teatro vacío,
de paredes sin telón de fondo, sin bambalinas ni patas laterales; la puesta en
escena apunta a entablar un espacio íntimo y espectacular, casi como si fuese
un rezo para potenciar las palabras que, como drama poético se desgarran y
anidan en lo más profundo del cuerpo de una actriz/mujer/personaje.
Ella, Margarita Xirgu, se desdobla entre los fantasmas del pasado y los
pensamientos que se disparan en un tratamiento de luz importante con recortes
de zonas de luces y sombras y que apuntan a destacar las frases que se fugan y
confunden con los recuerdos de “Yerma” y de la tumultuosa vida de la actriz.
Canciones infantiles, objetos, poesía e intensas imágenes contenidas en el
espacio sonoro con efectos, con profundos silencios y a través de la música
original que se gesta en la investigación y que potencia el texto.
Una economía, no solo de recursos escénicos, sino también en una actuación
que potencie la palabra, la historia, que recorre a modo de rompecabezas los
últimos momentos compartidos con Federico García Lorca.
En síntesis, una propuesta que utiliza pocos elementos escénicos, sólo los
indispensables para un accionar que bucee y se manifieste más por los impulsos
internos, que por su manifestación exterior en el espacio; evitando en lo
posible lo cotidiano naturalista.
Un tratamiento donde la acción se manifiesta en el cuerpo que busca su otra
parte…la que fue arrebatada…la que no se tuvo…la que está siempre en la
memoria…
Siempre desde la estética de
TEATEATRO
acercamos esta propuesta en la que
el grupo
retoma la obra de Lorca como disparadora
de un universo que se nutre
de la figura de Margarita Xirgú,
para hablar de la identidad, del exilio, de la
memoria.
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