La actriz española Margarita Xirgú partió de gira con su compañía desde España hacia América en enero de 1936.

El dramaturgo y poeta Federico García Lorca promete encontrarse con ella unos meses más tarde en México, pero estalla la Guerra Civil Española que toma al autor como parte de sus víctimas siendo uno de los primeros asesinados por esa dictadura.

La actriz no puede regresar a su patria y toma la decisión de mantener viva la obra del poeta en toda América, siendo Yerma uno de los textos más interpretados y dirigidos por ella durante su exilio que se extiende hasta su muerte, 33 años después.

Dalias de dormida luna juega desde la poesía con los recuerdos y los personajes del pasado que se alojan en el cuerpo de la actriz, junto con la fragilidad del exilio y la carga dramática de la obra lorquiana en la promesa de un reencuentro que tarda en llegar.

Crítica en SANTANDER - ESPAÑA -

TEATRO. III Muestra Internacional de Teatro Unipersonal SOLO TÚ
“Dalias de dormida luna”, de Andrea Juliá
La Teatrería de Ábrego. 31 de marzo y 1 de abril de 2017

MEMORIA DE UNA CITA FRUSTRADA
por FERNANDO LLORENTE

Los ojos son espejos donde se refleja la realidad, nunca tal como es; la memoria es espejo empañado, por efecto de emociones de distintas índoles; la imaginación es el otro lado del espejo, desde el que la realidad se fabula. Desde ese otro lado del espejo, la actriz argentina Andrea Juliá desempaña el recuerdo de una cita que no llegó a producirse: la de la actriz Margarita Xirgu con Federico García Lorca en México, prevista para pocos meses después de su despedida en enero de 1936. Se adelantó la muerte del poeta, asesinado. Es el tema de “Dalias de dormida luna”, verso del acto II de “Yerma”, que da título a la cuarta función de las programadas para la III Muestra Internacional de Teatro Unipersonal SOLO TÚ, que se representó en La Teatrería de Ábrego el 30 de marzo y el 1 de abril.
En la piel de la memoria de Margarita Xirgu se pone Andrea Juliá, para dramatizar un hecho, que por las circunstancias que lo impidieron rayaron en tragedia, si no fueron la tragedia misma, representada en campos y ciudades de una España. De la que la muerte de Lorca sigue siendo símbolo vivo. Es la cámara negra en el escenario del corazón de la Xirgu, desde el que Andrea Juliá escribe e interpreta en clave poética, ya explícita en el título, las emociones profundas e intensas por una separación con promesa de reencuentro, que inesperadamente lo fue para siempre. Las claves poéticas y el tono dramático son lorquianos. A su cumplimiento pone la actriz un rico repertorio de recursos interpretativos tanto en expresiones verbales y corporales, como en los silencios de voz y quietud del cuerpo, siempre manteniendo un equilibrio inestable entre recuerdo y emoción, que cede al peso del dolor, la incomprensión, la rabia, la desesperación. Desde la nebulosa del pasado Margarita dialoga con Federico, reducido a una americana y un pantalón, colgados de una percha, si bien no se distingue suficientemente la voz de uno y otra, siendo la misma voz de la Andrea Juliá. Trae la actriz a escena guiñoles, del afecto de Lorca, por si en la farsa pudiera encontrar un sentido a la tragedia.
Pero es “Yerma”, con la que Margarita Xirgu consolida su relación artística con Lorca, después de haber interpretado “Mariana Pineda”, el símbolo que más cumplidamente contiene la desolación de una tierra arrasada, de un pueblo desmoralizado, de unos corazones endurecidos, como vientres estériles. Pero vientres cálidos, corazones palpitantes, pueblo vivo, tierra fértil, virtudes que la guerra niega. El sonido doliente de la guitarra flamenca acompaña por momentos un trabajo actoral que en ningún momento cede en la fuerza interpretativa, por la que gesto, mirada, voz y movimiento cuentan la tragedia, que simboliza el recuerdo de una cita que no pudo ser.
Cabe preguntarse si el recuerdo es un acto de generosidad, por parte de la memoria, o de venganza. En cualquier caso, Andrea Juliá y Horacio Medrano lo convierten en obra de arte escénico.
(f.ll. Foto de Áureo Gómez)



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